Un largo estudio de dos décadas en los ochenta llegó a la conclusión de que el mayor indicador de esperanza de vida no era ni la genética ni la cantidad de ejercicio físico diario y ni tan siquiera la dieta era la capacidad pulmonar.
En este estudio se vió que cuando los pulmones se volvían más pequeños o menos útiles los sujetos enfermaban o morían más frecuentemente. Así pues, pulmones más grandes equivale a una vida más larga y es que según los investigadores tomar inhalaciones plenas es una medida del potencial de vida.
En el año 2000, científicos de la Universidad de Buffalo realizaron estudios parecidos con los mismos resultados, pero lo que éstas investigaciones no nos dicen es la gran capacidad que tiene el ser humano para manejar y modificar nuestros órganos internos como los pulmones, incluso a una edad avanzada.
Quienes hacen buceo libre lo saben mejor que nadie, y es que la mayoría de estos atletas llegan a incrementar su capacidad pulmonar de manera asombrosa entre un 30-40%, llegando incluso a poseer una capacidad pulmonar de más del doble de la media.
Ninguno de estos buceadores libres tuvieron esta capacidad de forma innata, sino que agrandaron sus pulmones con su fuerza de voluntad y la práctica constante. Afortunadamente no hace falta sumergirse a decenas de metros, ya que cualquier práctica que pueda ayudar a expandir y flexibilizar los pulmones a aumentar la capacidad pulmonar. Un ejercicio físico moderado puede llegar a aumentar el tamaño de los pulmones un 15%.
Respirar es un acto reflejo, es decir que nuestro cuerpo lo hace de manera automática, pero respirar no es solamente un acto físico o bioquímico, es algo más que solamente mover el diafragma y aspirar aire para alimentar nuestras células hambrientas y eliminar nuestros desechos. Las decenas de miles y millones de moléculas que entran en nuestro cuerpo con cada inhalación también desempeñan un papel más sutil pero igualmente importante. Influyen en casi todos nuestros órganos internos, diciéndoles cuando encenderse y apagarse. La frecuencia cardíaca, la digestión, el estado de ánimo y las actitudes determinan cuando estamos excitados y cuando estamos mareados. Es por eso que debemos aprender a respirar correctamente.
Pues bien la calidad de nuestra respiración se ha visto que influye tremendamente en nuestra salud y lo que se ha visto es que la manera que tenemos actualmente de respirar está deteriorando nuestra salud. Entonces ¿Cómo algo tan fundamental no se nos ha enseñado desde pequeños?
En este artículo te explicaré cuáles son los peligros de respirar por la boca y sus perjudiciales consecuencias. Además veremos de qué forma podemos ayudar a nuestros niños a respirar mejor.
Un 40% de la población actual sufre de obstrucción nasal crónica y la mitad de nosotros respiramos por la boca, siendo los niños los que más lo sufren. Hay muchas causas; ya sea por culpa del aire seco o el estrés, a causa de alergias o inflamación, de la contaminación e incluso de los fármacos. Pero gran parte de la culpa puede atribuirse a nuestra estructura craneal en decrecimiento constante.
Cuando la boca no crece lo suficientemente ancha hace que la estructura superior estreche el paladar y lo modifique en forma ojival. Pero un paladar estrecho no deja que crezcan y se desarrollen las estructuras internas nasales. Esto crea una obstrucción y el aire pasa con dificultad. Esta obstrucción nasal nos provoca un estrechamiento de estas vías aéreas superiores y nos impide respirar por la nariz, por lo tanto, nos obliga a respirar por la boca. Pero, ¿Por qué es peligroso respirar por la boca?
La respiración bucal provoca una serie de cambios fisiológicos y todo para mal. Cuando inhalamos por la boca solemos hacerlo en acciones breves y entrecortadas. Inhalar aire por la boca hace descender la presión de los tejidos blandos de la parte posterior de la boca lo cual provoca que estos queden flojos y se flexionen hacia adentro. Un proceso que reduce el espacio nasal, que hace que respirar sea más complicado, provocando así la respiración bucal. Pero la respiración bucal básicamente genera más respiración bucal.
La respiración bucal activa las catecolaminas y las hormonas del estrés lo que indica que nuestros cuerpos están bajo un constreñimiento físico y mental. Cuando aparece la congestión nasal disminuye la circulación del aire, se congestionan las mucosas y se inflaman. Los cilios se paralizan y es entonces cuando los virus y las bacterias que están en la mucosa se activan se reproducen y pueden dar lugar a infecciones, los catarros, la sinusitis, etc. Todo esto da más congestión, la congestión genera más congestión y eso nos obliga más a respirar por la boca. También cuando llegan las alergias estacionales se disparan los casos de apneas del sueño y de dificultades respiratorias, típicamente, la nariz queda taponada y empezamos a respirar por la boca y las vías respiratorias se colapsan.
Cuando respiramos por la boca ese aire entra sin filtrar, es frío, seco y sin humedad. Eso hace que nuestro cuerpo se deshidrate y pierda un 40% más de agua. La presión arterial asciende y la variabilidad de la frecuencia cardíaca se desploma. Cuando respiramos por la boca los niveles de oxígeno descienden y cuando éstos descienden por debajo del 90%, la sangre no puede transportar suficiente oxígeno a los tejidos corporales. Si esto dura demasiado puede provocar insuficiencia cardíaca, depresión, problemas de memoria e incluso muerte prematura.
Cuando dormimos con la boca abierta durante la noche, eso hace que el aire que entra en nuestra boca (no filtrado, ni presurizado) colapse los tejidos blandos de nuestra garganta, provocando una asfixia permanente en casi la mayoría de los casos. Un 45% de la población ronca ocasionalmente y una 1/4 de la población lo hacen de forma crónica. Dormir con la boca abierta provoca todos estos problemas. Cuando recostamos la cabeza sobre una almohada, la gravedad que tira hacia abajo, hace que los tejidos blandos de la garganta bajen, lo cual bloqueé aún más el canal de la respiración. Al cabo de un rato nuestras vías respiratorias quedan condicionadas a esta posición, con lo que roncar y hacer apneas del sueño se vuelve normal. Estos patrones pueden conducir a muchos trastornos entre ellos: el insomnio, las cefaleas al día siguiente, hipertensión, escapes de pipí por la noche, déficit de atención y muchos trastornos más.
Cuando se trata de los niños un 90% de ellos, actualmente, han desarrollado cierto grado de deformidad en la boca y en la nariz. Investigaciones recientes descubrieron que los niños que respiraban fuerte, roncaban ligeramente o tenían que hacer algún esfuerzo respiratorio ampliado (como es el caso de las apneas) podían sufrir trastornos fisiológicos emocionales e incluso del aprendizaje. Respirar por la boca contribuye a la peritonitis y al mal aliento y puede ser la causa de caries, siendo incluso más nocivo que el consumo de azúcar, una mala dieta o una higiene deficiente. Y lo más sorprendente es que respirar por la boca nos hace más tontos.
Estudios recientes en Japón vieron que respirar por la boca provocaba una disminución de oxígeno en la corteza prefrontal. Estos estudios llegaron a la conclusión que desarrollamos menos células cerebrales, disminuyendo así nuestra capacidad intelectual para resolver problemas. Todo este estrechamiento del paladar, esta obstrucción nasal que provoca que respiremos por la boca provoca una serie de modificaciones en nuestra cara, Así se produce un aplanamiento de los pómulos, un aplanamiento de la cara, provoca unos ojos inexpresivos y una estructura de la cara más estrecha. Todo esto hace altera las proporciones y simetría de nuestra cara, y por tanto, haciéndonos menos bellos.
Investigaciones antropológicas y relatos biográficos de viajeros intrépidos que realizaron viajes por el norte de américa y tribus de indios americanos muy diferentes entre sí, en lo que concierne a tradiciones costumbres y dietas, compartían una constitución similar; espaldas anchas y pecho musculoso con una media de un metro noventa de altura, que sin haber visto nunca ni un médico ni un dentista, todos ellos tenían los dientes perfectamente rectos. Según los relatos descritos, nadie parecía enfermar y las deformidades o problemas de salud crónicos eran raros e inexistentes. Las tribus atribuían su vigorosa salud a una medicina, le llamaban el secreto de la vida y era la respiración.
Las madres de todas estas tribus seguían las mismas prácticas. Cuando comían les cerraban la boca después de cada bocado y cuando dormían les cerraban la boca si la veían abierta. Incluso les ponían en posiciones para que no tuvieran la boca abierta. Todas estas prácticas y todos estos hábitos día a día, construían una serie de hábitos que siguieron siempre. Esto también lo hemos visto en otras tribus como las de los Andes, también en Brasil, África y otras partes del mundo.
En una sola respiración pasan billones y billones de moléculas por nuestra nariz. La nariz es crucial para la recogida de patógenos, la nariz filtra humedece y calienta el aire. El moco es nuestra primera línea de defensa del cuerpo, barriendo a un ritmo aproximado de 13cm por minuto más o menos, 18 metros al día. Todos estos patógenos podrían causar infecciones si entrará en los pulmones cosa que ocurre con mayor facilidad cuando respiramos por la boca.
La nariz recoge los desechos inhalados, luego hace bajar todo por la garganta y lo lleva al estómago, donde son neutralizados por los ácidos estomacales y eliminados por la vía digestiva. Además de filtrar la nariz, ralentiza y presuriza el aire para que los pulmones puedan extraer más oxígeno con cada respiración. Por último, también calienta y humedece el aire para que alcance nuestra temperatura corporal y sea más fácil de absorber. Las cavidades nasales funcionan como sistemas de climatización, controlando la temperatura y la presión arterial y emitiendo a nuestro cerebro sustancias que pueden alterar las emociones, los estados de ánimo y el sueño.
Inhalar por la nariz fuerza que el aire se pegue contra los tejidos blandos que hay en la parte posterior de la garganta, lo cual ensancha las vías respiratorias y facilita la respiración. Pasado un tiempo, esos tejidos y músculos se tonifican para permanecer en esta posición abierta y ancha. Le pase lo que le pase a la nariz, afecta a lo que está ocurriendo en la boca, las vías respiratorias y los pulmones.
Uno de los muchos beneficios de respirar por la nariz es que los senos liberan una gran cantidad de monóxido de nitrógeno, incrementando x6 esta molécula. Eso hace que aprovechemos un 18% más del oxígeno que respiramos por la boca. Y es que el monóxido de nitrógeno desempeña un papel esencial en el aumento de la circulación y en el suministro de oxígeno a las células. El funcionamiento inmunitario, el peso, la circulación y el estado de ánimo, además del buen funcionamiento sexual, pueden mejorarse notablemente con la cantidad de monóxido de nitrógeno que tenemos en nuestro cuerpo. La respiración nasal tiene un papel relevante en la disfunción eréctil.
Además, la respiración nasal desencadena una cascada de hormonas y sustancias químicas que reducen la presión arterial y facilitan la digestión, pero respirar por la nariz no es suficiente si no lo hacemos correctamente. Respirar por la nariz, a diferencia de la boca, es hacerlo más lentamente y menos veces, dejando más tiempo entre respiraciones y haciendo que la exhalación se más larga y más lenta. Esto significa que los niveles de dióxido de carbono suban y con ello obtenemos una mayor resistencia aeróbica, incrementando el volumen de oxígeno máximo. Esto hace que no sólo potenciemos la resistencia atlética, sino también contribuir a que vivamos una vida más sana y más larga.
En resumen, el aire inhalado por la nariz nos mantiene el cuerpo fuerte, embellece el rostro y nos previene de muchísimas enfermedades. Por todo esto, el aire inhalado por la nariz es mucho más eficiente y saludable que por la boca. Podríamos decir que la nariz es el guerrero y guardián de nuestro cuerpo, el farmacéutico de nuestra mente y la guía de nuestras emociones.